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Doce principios de la alimentación saludable
Cuando de hablar de comida sana se trata, son muchas las preguntas que surgen y que, por lo general, permanecen sin resolver:¿Qué es la alimentación sana? ¿Es la comida algo cultural difícil de cambiar en los hábitos de las personas? ¿Qué tan bueno o malo para la salud es ser vegetariano? ¿Existen mitologías acerca de la comida, muchas de ellas inconvenientes para la salud? ¿Qué tan bueno o malo son la sal, el azúcar, las grasas, etc.? En fin, son muchos los interrogantes que se nos abren al establecer la manera como vamos a comer o al comentar con alguien nuestros hábitos alimenticios.
En esto, como en todas nuestras realidades, no hay última palabra. Por eso queremos abrir esta discusión proponiendo uno de esos listados que frecuentemente encontramos en las revistas y que apuntan a establecer unas pautas sobre qué es lo sano al comer. Bueno, esto es apenas el punto de partida; queremos que intervengan nuestros lectores, especialistas o no, y que complementemos este listado: en últimas el listado válido es el que tú establezcas, el que te sea útil y con el que tú seas capaz de ser consecuente.
UNO.- Escucha a tu cuerpo. No comas si no tienes hambre: En su lugar toma un zumo natural, una fruta, una pequeña ensalada o un vaso de agua. De la misma manera, no pases hambre si tienes apetito. Si tienes la costumbre de comer en horarios regulares cuando no tienes hambre, tu hígado sufrirá con excesivo ajetreo.
DOS.- Bebe de 8 a 12 vasos diarios de agua mineral ya que ayuda a limpiar el hígado y los riñones y a perder peso. El cuerpo necesita pequeños y frecuentes sorbos de agua, de otra manera las células se encogen por deshidratación y sus membranas se secan.
TRES.- Evita consumir grandes cantidades de azúcar, especialmente azúcar refinado, ya que el hígado lo convertirá en grasa y colesterol. Llegará un momento en el que los triglicéridos de la sangre serán demasiado elevados y esto está asociado con un incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
CUATRO.- No te obsesiones midiendo las calorías. Adoptemos la costumbre de comer menos, parando una vez que el apetito ha sido saciado. Es mucha más la gente que muere por comer en exceso que por defecto. La pérdida de peso vendrá de la mano con la mejora del funcionamiento del hígado. ¿Porqué preocuparse mirando lo rápido o lo lento que el cuerpo pierde peso?
CINCO.- Evita los alimentos a los que puedas ser alérgico o que sepas por experiencias pasadas que no te sientan bien. Mastica la comida lenta y concienzudamente, ya que la digestión comienza por la saliva cuando ésta se mezcla con los alimentos en la boca.
SEIS.- Presta atención a la buena higiene intestinal. No calientes nunca la comida más de una vez y siempre lávate las manos antes de comer. Evita especialmente las carnes en conserva.
SIETE.- No comas si te sientes tenso o ansioso ya que durante estos estados la corriente sanguínea es desviada de los intestinos e hígado a otras zonas del cuerpo.
OCHO.- Procura adquirir productos biológicos frescos y libres de pesticidas. Si consumes huevos y pollos, que sean siempre de corral.
NUEVE.- Obtén las proteínas de diferentes fuentes, incluidas las legumbres. Hay muchos platos en los cuales la proteína se obtiene de las legumbres, granos, cereales, frutos secos y semillas. Las proteínas de primera clase procedentes de la combinación de estas fuentes son tan completas como las proteínas de origen animal y contiene los 8 aminoácidos esenciales.
DIEZ.- Elige bien el pan y el relleno. Es importante comer solamente pan de buena calidad. En una tienda de comida natural puedes conseguir pan que no contenga sustancias artificiales. Prueba distintas variedades de pan para encontrar el que mejor te funcione, prueba el de centeno, de trigo, de maíz, de avena, de cebada y demás que puedas encontrar en tiendas de alimentos naturales. Para algo más ligero, prueba crackers de arroz, de centeno o pan de pita (árabe) sin levadura.
ONCE.- Evite el estreñimiento comiendo mucha fruta fresca y vegetales y bebiendo agua a lo largo del día. Evitando el estreñimiento evitarás el crecimiento de organismos no deseados en el intestino grueso.
DOCE.- Evita las grasas saturadas o en mal estado. Estas grasas insalubres pueden dañar el hígado con los cambios característicos de un “hígado obeso” similar a aquel de los consumidores de alcohol. El tipo de grasa que ingerimos diariamente es importante para la salud y la longevidad y tendrá más influencia que ninguna otra cosa sobre el funcionamiento del hígado y el peso.
En esto, como en todas nuestras realidades, no hay última palabra. Por eso queremos abrir esta discusión proponiendo uno de esos listados que frecuentemente encontramos en las revistas y que apuntan a establecer unas pautas sobre qué es lo sano al comer. Bueno, esto es apenas el punto de partida; queremos que intervengan nuestros lectores, especialistas o no, y que complementemos este listado: en últimas el listado válido es el que tú establezcas, el que te sea útil y con el que tú seas capaz de ser consecuente.
UNO.- Escucha a tu cuerpo. No comas si no tienes hambre: En su lugar toma un zumo natural, una fruta, una pequeña ensalada o un vaso de agua. De la misma manera, no pases hambre si tienes apetito. Si tienes la costumbre de comer en horarios regulares cuando no tienes hambre, tu hígado sufrirá con excesivo ajetreo.
DOS.- Bebe de 8 a 12 vasos diarios de agua mineral ya que ayuda a limpiar el hígado y los riñones y a perder peso. El cuerpo necesita pequeños y frecuentes sorbos de agua, de otra manera las células se encogen por deshidratación y sus membranas se secan.
TRES.- Evita consumir grandes cantidades de azúcar, especialmente azúcar refinado, ya que el hígado lo convertirá en grasa y colesterol. Llegará un momento en el que los triglicéridos de la sangre serán demasiado elevados y esto está asociado con un incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
CUATRO.- No te obsesiones midiendo las calorías. Adoptemos la costumbre de comer menos, parando una vez que el apetito ha sido saciado. Es mucha más la gente que muere por comer en exceso que por defecto. La pérdida de peso vendrá de la mano con la mejora del funcionamiento del hígado. ¿Porqué preocuparse mirando lo rápido o lo lento que el cuerpo pierde peso?
CINCO.- Evita los alimentos a los que puedas ser alérgico o que sepas por experiencias pasadas que no te sientan bien. Mastica la comida lenta y concienzudamente, ya que la digestión comienza por la saliva cuando ésta se mezcla con los alimentos en la boca.
SEIS.- Presta atención a la buena higiene intestinal. No calientes nunca la comida más de una vez y siempre lávate las manos antes de comer. Evita especialmente las carnes en conserva.
SIETE.- No comas si te sientes tenso o ansioso ya que durante estos estados la corriente sanguínea es desviada de los intestinos e hígado a otras zonas del cuerpo.
OCHO.- Procura adquirir productos biológicos frescos y libres de pesticidas. Si consumes huevos y pollos, que sean siempre de corral.
NUEVE.- Obtén las proteínas de diferentes fuentes, incluidas las legumbres. Hay muchos platos en los cuales la proteína se obtiene de las legumbres, granos, cereales, frutos secos y semillas. Las proteínas de primera clase procedentes de la combinación de estas fuentes son tan completas como las proteínas de origen animal y contiene los 8 aminoácidos esenciales.
DIEZ.- Elige bien el pan y el relleno. Es importante comer solamente pan de buena calidad. En una tienda de comida natural puedes conseguir pan que no contenga sustancias artificiales. Prueba distintas variedades de pan para encontrar el que mejor te funcione, prueba el de centeno, de trigo, de maíz, de avena, de cebada y demás que puedas encontrar en tiendas de alimentos naturales. Para algo más ligero, prueba crackers de arroz, de centeno o pan de pita (árabe) sin levadura.
ONCE.- Evite el estreñimiento comiendo mucha fruta fresca y vegetales y bebiendo agua a lo largo del día. Evitando el estreñimiento evitarás el crecimiento de organismos no deseados en el intestino grueso.
DOCE.- Evita las grasas saturadas o en mal estado. Estas grasas insalubres pueden dañar el hígado con los cambios característicos de un “hígado obeso” similar a aquel de los consumidores de alcohol. El tipo de grasa que ingerimos diariamente es importante para la salud y la longevidad y tendrá más influencia que ninguna otra cosa sobre el funcionamiento del hígado y el peso.
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